Conejo Blanco tenía prisa y hacía tarde como siempre. Iba ensayando el informe que tenía que dar a la Reina que no era nada favorable y se esperaba una bronca de campeonato. Deseaba fervientemente que se lo tragara la tierra.
La Reina quería ampliar su ya enorme jardín a expensas de varias propiedades de sus súbditos y le había enviado para recaudar más impuestos para los trabajos que quería hacer que también incluía el rebozado con láminas de oro de todo el salón del Consejo y el de Fiestas y Conmemoraciones. La Reina quería impresionar y ser la envidia de todo el orbe.
Sus arcas habían quedado exhaustas después de construir un hospital de mármol provisto de los últimos adelantos de la ciencia. ¡Lástima que nadie sabía hacer funcionar como es debido los sofisticados equipamientos y el caos y descontrol reinaba por doquier, mientras los enfermos esperaban y esperaban!
¡Cómo sudaba Conejo Blanco! Toda la corte le hacía la corte a la Reina con tal de no ver peligrar sus cabezas y sus consejeros aprovechaban de paso para conseguir beneficios y hacer crecer sus empresas particulares. A río revuelto... El Alto Consejero de Finanzas ya ni hacía presupuestos, ¿para qué? Nadie se aclaraba ni se los miraba. Con echar mano de impuestos cada vez que se quedaban sin fondos, el reino funcionaba de maravilla.
Alicia le había prestado una ayuda inestimable a Conejo Blanco. Le aconsejó que se apoyara en los antiguos romanos para impresionar a la vieja cacatúa, perdón, digo la Reina que admiraba profundamente aquella cultura maravillosa y tan guerrera. Tan imperialista.
A Conejo Blanco no le costó hacerse con una cita que le impresionó de uno de los eruditos de lo antiguo:
"El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado."
Marco Tulio Cicerón. Año 55 A. C. Cita facilitada por Chema C.R.
El problema era si la Reina entendería que los que debían trabajar más y mejor era la gente de su corte, los Consejeros y todos los moscardones que giraban a su alrededor. Como era la Reina había decidido que puñetera la falta que le hacía aprender nada.
Pudiera ser que decidiera hacer trabajar todavía más al pueblo. Quizás decidiera transformar el seguro médico obligatorio en otro impuesto más para llenar las exhaustas arcas.
¿Habría una cita también para eso?
Seguro que hay citas en algún libro censurado.
ResponderEliminarResulta este cuento tan pegado a la realidad... Ante la impotencia que siento creo que pondré la sonrisa del gato de Cheshire y me dedicaré a celebrar mi no cumpleaños como el sombrerero loco.
ResponderEliminarQue no te extrañe Isabel, seguro que hay algo escrito, y posiblemente ocurran más cosas, ya sabes que la historia se repite siempre.
ResponderEliminarDarth
Vaya con el cuento de Alicia, como se ha actualizado. Ya ni lo conozco juas juas
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