sábado, 28 de agosto de 2010

NUEVO DEBATE LITERARIO: CUENTOS DE LA INFANCIA.

A ver. En esta ocasión propongo rebuscar en el baúl de nuestros recuerdos, telarañas incluidas, y comentar aquellos cuentos que nos han dejado una huella imborrable.

Las cuestiones a responder son las siguientes:
1. ¿Cuál es el cuento del que guardas mejor recuerdo, tu preferido? ¿Tuviste alguno al que le gastaste las pàginas, las cubiertas hechas polvo, puede que desaparecidas, de las vueltas que le diste?
Por descontado, no vale si las tapas sucumbieron por el uso indebido de utilizar los libros para hacer casitas y demás inventos.
2. Y, muy importante. ¿Qué cuento odiaste con toda tu alma?

Empezaré por uno de cuando era muy, muy pequeña. Creo que me sirvió para aprender a leer e incluso a escribir de tanto ver las mosquitas negras que mi padre me leía una y otra vez sin cansarse. No se trata de ninguno que resulte conocido. Era un cuento de tapas gruesas, todo de cartón, a viñeta por página para que no perdiera detalle de las niñas, su amiguito, el osito, el coche... Se titulaba "Mis muñequitas", y la cosa iba de una niña jugando con otra a las muñecas, haciendo té y esas cosas. Un día su muñeca preferida se descuajaringa y llaman al "señor doctor" para que la arregle. Finaliza con la niña acostando a su muñeca y deseándole felices sueños...
(¿no habrá ningún psicoanalista leyendo esto, supongo?; los análisis los aparcamos para otro momento).
En cuanto al más odiado.
¡Oh, ya lo creo que tengo alguno de ésos! Nombraría "La pequeña cerillera" de Andersen pero éste lo leí mucho más tarde, cuando me regalaron los cuentos completos de ese autor.
No, el que odié siendo muy pequeña fue "El soldadito de plomo". También de Andersen. ¡Qué tío! El cuento viene a estar versionado en la actualidad por "Toy Story" aunque no el amor, más o menos, que no aparecía hasta la segunda entrega. Actualmente los de Disney hacen de la trama amorosa algo secundario. Enfatizan sobre temas como la amistad. ¿Ya no creemos en el amor?
Otra habitación de un niño llena de juguetes que tienen vida propia. El soldadito, pobre él, al que le falta una pierna porque no había suficiente plomo para terminarlo, se enamora de una bailarina de papel preciosa. Es correspondido pero surge el villano de turno en forma de desagradable caja sorpresa.
Una historia de amor imposible en la que el villano consigue separarles y cuando todo parece arreglarse, un destino digno de tragedia griega acaba con los amantes.
De pequeña eso de las tragedias griegas como que no me sonaba mucho. Más bien los peplums de cine de barrio, también muy trágicos ellos, martirizando a cristianos, masacrando gente buena, sometiéndoles a torturas sin cuento y echándoles a los leones, toros, tigres y creo que hasta siendo pisoteados por elefantes.
Pero volviendo al cuento. No sé ya si es mi chip, el que llevo incorporado desde que me engendraron, o a causa de este cuento, que no soporto las historias que acaban mal. Bueno, sí que las soporto actualmente pero decididamente no me gustan.
No me gusta Cyrano de Bergerac (también libro leído de pequeña en versión colección Cadete). Sería un tipo muy inteligente pero estúpido para temas de amor. ¡Mira que ayudar al otro pipiolo a enamorar a su prima, aprovechándose de sus versos! Tendría que haber ido a un psicoterapeuta a hacérselo mirar. Cada uno que luche con sus propias armas; uno por sus "looks" y el rival con su labia. ¡Pues anda que no nos gusta a las mujeres un hombre que sepa expresarse y nos encandile con sus historias!
¡Y la otra! Todos los nenes -críticos de cine- contentos a rabiar con "Los puentes de Madison" y yo exasperada porque la muy tonta no le da a la manija y sale de una vez de la camioneta con su marido para irse con el otro. Que más vale agotar un amor que "guardar un bello recuerdo de lo que pudo haber sido", de unos días de felicidad. ¡Pamplinas!
Queda abierto el fuego para el debate.

23 comentarios:

  1. Empiezo por el más odiado, aunque no es un cuento sino muchos. Me refiero a "Corazón", de Edmundo D'Amicis. Me jode la moralina contenida en los cuentos y su exaltación de los valores eternos, para ser exactos me jode desde que lo leí a los nueve años.
    En cuanto a los cuentos clásicos, no estoy segura de que sean para niños, primero porque están escritos en una época de niños que no sabían leer y, segundo, porque son retorcidos.
    Como ejemplo me voy al famoso "Cascanueces" de Hoffman, cuento retorcido donde los haya. Teniendo en cuenta la personalidad del escritor no acabo de creerme que estuviera destinado a inocentes criaturas.
    Hablo desde el siglo XXI y desde mis...ehem, muchos años.
    Muy buen tema, Isabel, uno de mis preferidos en materia de libros.

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  2. También lo leí y recuerdo que no me gustó. Yo que releía los libros mil veces y éste a lo sumo dos, no creo que más. De lo único que me acuerdo precisamente es del cuento "De los Apeninos a los Andes", con el amigo MARCO.
    Si te fijas la historia es tan dura como puede ser cualquiera de Andersen. Yo diría que sí, que a los niños los educaban, los formaban, con esos libros. Con eso y los castigos. La moral era muy, digamos, correosa.
    De todas formas, voy a romper una lanza porque no creo que hayamos mejorado. La versión en dibus de Marco o Heidi creo que todavía son peores que los originales. De hecho Heidi se dejaba leer muy bien y su moralina si nos vamos a fijar tiene mucho en común con las inclinaciones ecologistas y el retorno a lo natural. ¡Ya entonces! La vida sencilla y sana, lejos de las ciudades.

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  3. Yo tenía una madre que me imponía sus cuentos. Ella compraba lo que le gustaba, por el tema o por la presentación. Recuerdo en concreto "La Ratita presumida" y otro más absurdo todavía "El cuento de la sillita", que no recuerdo ni siquiera, para nada, de qué trataba... (si alguien lo conoce tampoco está obligado a recordármelo) Creo que he odiado más que amado los libros de cuentos, y me sentí especialmente mal con el Flautista de Hamelin. Mujercitas fue una lectura demasiado temprana que provocó auténticas tempestades de sentimientos, no todos agradables, y sólo descubrí el auténtico placer de la lectura cuando descubrí unos fascículos con las aventuras de El Zorro en una edición bastante antigua y finalmente la maravillosa imaginación de Jules Verne en la colección Cadete.
    Buena iniciativa, Inés... Un poco de psicoterapia también, ¿no? Petons!

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  4. Es curioso, pero nunca me gustaron los cuentos. Los encontraba sensibleros y carentes de interés. Chica bonita y desgraciada al final encuentra a su principe azul y el Capitán Trueno, fiel amante de su querida Sigrid,siempre luchando (y ganandeo) a los moros en compañía de sus fieles Goliat el "tragaldabas" y el renacuajo pero ágil del Crispín.
    No. No eran cuentos que me motivaran y ni tan siquiera me gustaba que me los leyeran. Reconozco que me empezaban a interesar cuando veía algún posible desenlace fatal, pero todo se venía abajo cuando por fin el bueno de la película salía ganando, siendo felices y comiendo perdices.
    Llamadme bicho raro, pero de muuuuuuy jovencito ya coleccionaba Dosieres negros, Creepys y Horus, todos ellos de temática sanguinolenta en los cuales jamás habían finales felices.
    Recuerdo con mucho cariño a "Piel de Lobo" un muchacho con un taparrabos que tenía que luchar por sobrevivir en una exótica selva llena de peligrosos monstruos sedientos de sangre y con unos poderes de los cuales creo que se han copiado muchos los autotes de Bola dde Dragón.
    Cierto es que el "kioskero" se miraba de una manera muy rara a mi madre cuando me los compraba (naturalmente a petición mía)
    Creo que todo se debe al trauma que me provocó Bamby, y también creo que si en mi infancia hubiesen existido los cuentos de "Rasca y Pica" (los favoritos de Bart Simpson) seguro que me los hubiese comprado.

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  5. Me voy a poner un poco gilipollas.
    ¿Qué tal si vemos los cuentos desde un punto de vista más abstracto o simbólico.
    Por ejemplo, el príncipe sería la idea inicial que empieza a desarrollarse, la princesa sería lo mismo pero en pasivo, espera ser descubierta.
    Ese inicio podría ser un tema musical, una moda o cualquier otra cosa.
    ¿Tendría sentido o soy mu complicá?

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  6. Más que nada para defender mi idea de que son cuentos para adultos.

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  7. Pues mirad, de pequeñita los típicos cuentos.La blancanieves,los tres cerditos jejejeje que tiempos aquellos.pero los que más me gustaban eran los cuentos que se inventaba cada noche mi madre.Yo hago lo mismo con mis hijos.Les digo que escojan escena y personajes.De ahí empieza a volar la imaginación entre los tres.Me encanta ahora tanto o más que cuando era pequeña.
    De todas formas lo que no me gusta es el papel de la mujer en muchos de esos cuentos escritos para niños que leíamos entonces (los de mi madre eran perfectos).
    ¿Cuentos que he odiado?Ninguno.A todos les sacaba algo bueno.
    Si hablamos ya de cuando era algo mayor,leía varias historias del Vaixell de Vapor.Y como no la revista que por aquel entonces teníamos todos los niños,Cavall Fort.De adolescente me aficioné al comic.
    Creo que os he dicho en alguna ocasión que en el insti odié a muerte Cinco Horas con Mario, de Delibes.Ya me salgo del tema, que no es un cuento.
    Se me ocurre una idea para el blog jejejejejejeje escribir un cuento cortito.Infantil o no.Pero dentro de unos dias que está ahora la cosa muy animada.

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  8. Hombre Pep, creo que te dejas bastantes cuentos en el saco, los que no son de princesas y demás hierbajos: La cigarra y la hormiga, La tortuga y la liebre, Ali Baba y los 40 ladrones, Aladino, El gato con botas, muchiiiiiiiiisimos...
    A los nenes no suele gustarles los cuentos de princesitas. (ni los musicales :D)
    Curri: Que sí, que tiés razón, que los niveles simbólicos de los cuentos ya han sido estudiados y analizados aunque se puede seguir con la discusión. Lo que pasa es que se utilizan como transmisores de los valores y las enseñanzas que se quieren transmitir a los niños. Como las fábulas y parábolas.
    Por ejemplo, en la cigarra y la hormiga, la importancia del trabajo y el ahorro. En la tortuga y la liebre, que más vale esfuerzo y constancia que capacidad y que la soberbia y el exceso de autoconfianza se pagan caros. En Los 3 cerditos, de nuevo, trabajo y previsión. etc.
    ...

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  9. A pep se me quedó por decir que si le gustaban que los cuentos acabaran mal, El soldadito de plomo es ideal. Y La Sirenita, La pequeña cerillera y otros a los que selectivamente mi mente deniega el acceso.

    En cuanto a Anna: Me voy a poner las gafas y la bata y vamos a charlar ya en serio sobre el tema de "Cinco horas con Mario". Pareces tan traumatizada como yo con El soldadito de plomo. Luego quedamos.

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  10. Vale, ya me temía que ponerme gilipollas era una mala política.
    Queda el asunto de los cuentos neutros, a mí no me parece que Caperucita Roja tiene un final feliz teniendo en cuenta que el lobo es bueno y se limita a seguir sus impulsos naturales. Es injusto que muera un inocente por la perversidad de una niña desobediente.

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  11. ¿Me lo explicas eso de gilipollas, urraca? ¿Existen los cuentos neutros?
    Y ¡coñe!, tú hubieras hecho buenas migas con Freud que decía aquello de que los niños son "perversos polimorfos" con deseos sexuales indiferenciados. Y el lobo habría caído víctima de la perversa polimorfa Lolita..., digo Caperucita. :D

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  12. Para la gilipollez te remito a mi primer comentario, estoy parca esta mañana.
    Lo de neutro es porque no veo yo que el lobo sea tan malo y los demás tan buenos.
    Dejo pendiente lo de Lolita, una novela que me encantó(lástima que se empeñen en llevarla al cine). No, no creo que Lolita fuera perversa y creo que es un buen ejemplo de libro neutro.

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  13. Isabel,en cuanto te hayas abrochado bien la bata me llamas y preparo una cafetera de litro.Es lo que vamos a necesitar para poder combatir el trauma que me dejó semejante libro jejejejejeje.
    Ah, y el lobo lo pintan muy feroz, pero en el fondo es un buenazo tontorrón.En eso estoy con urraca jejejeje

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  14. No hay que confundir cuantos con fábulas.
    Uno de mis favoritos o al menos me hacía reír, era el cuento d'en Petufet
    Patufeeet!!!! On eeeeets???
    A la panxa del bou que ni hi neva ni plou.
    Quan el bou farà un pet, sortirà en Patufet.

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  15. Jejeje!!! Es que me encanta la escatología.
    Ah! Por cierto. Lolita es un libro cojonudo.

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  16. ¿Por qué será que no me sorprende que Lolita le parezca a Pep un libro cojonudo? :)

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  17. Ya se me saltan las lágrimas otra vez.Esto es cojonudo jajajaja

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  18. A mí sí me sorprende, Isabel, Lolita no es gore ni escatológico, no hay tías buenas y no tiene sexo explícito.
    Lo cojonudo es que le guste a Pep.

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  19. Paréceme que estamos un poco desviados ¿no?
    Sugiero otra senda, además de influir en los niños en cuanto a moral y buenas costumbres ¿qué influencia puede tener en los niños de sexo femenino el hecho de que la princesa se case con el principe y THE END? ¿tiene la misma influencia en los niños de sexo masculino?

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  20. Noooo, porque hay cuentos para niños y cuentos para niñas. Pero, ¿tú no te educaste en una época parecida a la mía? Las niñas andábamos con unos cuentos y los nenes con otros. Para nosotras las princesitas y para ellos las Hazañas Bélicas. En clásicos los que sirven para nenes son Los 3 cerditos, Pulgarcito, El flautista de Hamelin, Las habichuelas mágicas, El Gato con Botas, El sastrecillo valiente, Aladino, etc. La Cenicienta es para educar niñas. ¡Ay Dog! (emoticono con los ojos girados hacia el cielo). Como aquí sólo tenemos un caballero y parece que no le leían cuentos pues nos quedamos sin esa interesantísima aportación y ampliación del tema. Jejejejeje!

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  21. Y más aleccionador para los nenes que una vez pescado por la princesa te digan que fueron felices y comieron perdices y la cosa ACABE, tiene un mensaje clarísimo, clarisísimo: Que una vez casados no nos sean abejas y vayan picando de flor en flor. Que se acabó. Que esposa sólo hay una y para toda la vida.
    Sólo se permite que se vuelva a casar si ha enviudado como el padre de Cenicienta, pero fíjate en lo mal que le sale. Si lo analizamos: trata de tontos a los nenes que no saben distinguir una mujer buena de una mala; le crea un problema terrible a su propia hijita y él se muere porque ya no lo soporta. Vale, la conclusión es mía; dicen que fue un accidente pero no me lo creo. Hay otras posibilidades. Sea como sea, recibe un castigo por no ser fiel a la difunta y no quererla por toda la eternidad.
    ¿Os ha gustao? (sonrisilla irónica, un tanto perversa).
    (Annaaaaa! vuelve, que puedes reírte más).

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  22. Pues yo creo que muchos cuentos infantiles, fueron escritos por hombres que pensaban en otras cosas.
    ¿Habéis visto "Blancanieves y los 7 enanitos" en versión porno? Está muy bien documentada y Blancanieves "trabaja" muy bien.

    Ahora en serio. Hago un copiar y pegar de un comentario de la historia de los hermanos Grimm:

    Los textos se fueron adornando y, a veces, censurando de edición en edición debido a su extrema dureza. Los Grimm se defendían de las críticas argumentando que sus cuentos no estaban dirigidos a los niños. Pero, para satisfacer las exigencias del público burgués tuvieron que cambiar varios detalles de los originales. Por ejemplo, la madre de Hansel y Gretel pasó a ser una madrastra, porque el hecho de abandonar a los niños en el bosque (cuyo significado simbólico no se reconoció) no coincidía con la imagen tradicional de la madre de la época. También hubo que cambiar o, mejor dicho, omitir alusiones sexuales explícitas.

    Lo dicho. Escribían una cosa y en realidad pensaban otra.

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  23. Confieso que entre mis lecturas habituales estaban El Capitán Trueno y Hazañas Bélicas, los tebeos de Azucena sólo me gustaban por los bonitos vestidos que lucían.
    El único cuento que he leído en su versión completa es el que dije, Cascanueces, y no creo que un niño contemporáneo resistiera un tostón semejante. De hecho hacen versiones muy monas con grandes dibujos y el texto reducido a la mitad.
    A lo mejor en aquellos tiempos los niños eran más lectores pero tengo serias dudas incluso de que fueran lectores en su mayoría.
    Más bien me parece que los escritores, como es lógico, utilizaban la metáfora para decir cosas que no se podían decir abiertamente. Aunque luego claudicaran por el vil metal, como los Grimm.

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