He estado de suerte porque nunca me atrajo este libro, ni por el diseño ni por su reseña. Al ver la película no estaba nada condicionada y he podido disfrutarla por lo que es. El resultado no puede ser más positivo.
Hacía tiempo que no veía una película que me satisficiera tanto. Destaco su punto crítico de suspense. Un poco más alargado y el espectador pierde el interés; un poco menos y no se crearía el nivel de tensión adecuado, pudiendo resultar en una película un tanto plana. Como tantas.
Me gusta su tersura, su falta de sentimentalismo, la sobriedad tanto de los personajes, los actores o la puesta en escena, siempre justa. Esas miradas de Mikael Blomkvist contemplando a Lisbeth. La pequeña gran actriz, Noomi Rapace, que da vida a la hacker-detective. El repulsivo tutor de Lisbeth que consigue asquearnos. La fotografía marcando el paso del tiempo y consiguiendo imágenes de éstas que se te quedan grabadas en la memoria como la del puente elevándose como una montaña o la pequeña Lisbeth y su relación con el fuego. Su verdad al mostrarnos los rostros con todos sus defectos y señales dejadas por los años. Rostros bellos como el del jefe de la casa Vanger o su misterioso hermano Harald. El contraste entre la modernidad de los trenes con los grafitis y dejadez en los pasillos de las estaciones. La limpieza de los bellos paisajes naturales suecos en contraste con la suciedad y estrechez en algunos de los ambientes que crea el ser humano.
Magnífico el guión, como abre cada interrogante, lo mantiene en el aire para ir cerrándolos uno a uno en el momento preciso. Elegante y conciso, brutal cuando es necesario. La escena de la violación, sencillamente estremecedora.
Lo que se haya podido perder de la novela se ha ganado en aquello que es propio y único en el lenguaje cinematográfico.
Totalmente recomendable verla en cine para saborear toda su intensidad, tensión y atmósfera.
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