D de decepción, D de desastre.
Hoy, domingo, semifinal de la edición 2009 de OT, el desastre se ha hecho patente una vez más.
La perla del presentador: ‘¡Marcharo p’allá que me coméis!’, a los concursantes Jon y Ángel, impacientes por conocer quién de ellos era el expulsado tras la votación del público y que, con gran atrevimiento por su parte, se habían acercado demasiado al insigne presentador. ¡E que eto chico no etán na bien educaos!
Sin los exabruptos de Risto Mejide se han hecho palpables varios de los defectos que él ha ido señalando a lo largo del programa:
- Siguen sin mencionar para cada canción su correspondiente autor y/o intérprete principal y como algunos de los temazos que eligen, adjetivo reiterado hasta el cansancio por la Galera y Vázquez, no son conocidos por todo el respetable –con la gran oferta musical que existe desde hace años, son pocas las canciones que llegan a categoría de universales-, algunos nos quedamos preguntando de quién será está canción que habla de Plutón.
- Contrariamente a la tesis mantenida por el director Angel Llacer, es muy aconsejable que NO se versionen temas que sí son conocidos mundialmente del mundo mundial y que cuentan con una creación irrepetible, como en el caso de Freddy Mercury/Queen y la canción Who Wants to Live Forever, elegida por Jon para batirse en duelo. Una canción cargada, además, con un sentimiento de pérdida por la prematura muerte del intérprete. La comparación es inevitable y puede hundir al mejor de los cantantes en el foso del olvido. Que a un aspirante a cantante le guste una canción, no quiere decir que la pueda ni deba interpretar. En público. En la ducha o en el baño de burbujas todos podemos disfrutar de nuestro particular momento de felicidad.
- Los responsables de la parte musical no han realizado el mejor de los trabajos: Los triunfitos parecen desconocer por completo sus posibilidades y su tesitura, algo básico para todo cantante que quiera ser tomado en serio. Parece que tampoco a Manu Guix le importe mucho cómo sale la interpretación, porque vemos a un Jon completamente descolocado respecto a esta misma canción que, como señala Coco Comín, tiene grandes cambios de altura e incluso obliga al falsete. Y yo experimento la tensión que tendría que tener el intérprete, pensando “¡que no llega!, ¡ay, que no llega!” y, “¡¿¡eeiinng?!, ¿pero qué está haciendo?”.
- Si no me equivoco, los arreglos musicales son responsabilidad de Manu Guix y una vez y otra más me asombran los finales de canción, muchos realizados de forma abrupta e ignorando la conclusión en tónica, dejándonos con la sensación de algo inacabado.
OT, un programa sin suspense, convertido en un interminable anuncio de tres horas salpicado por alguna que otra canción –aburrida- y algunas peleas trasnochadas, que le pasa como a cualquier culebrón. Puedes dejarlo en cualquier punto y entretenerte viendo otro programa, como la película emitida por TVE, vista mil veces pero siempre agradable, porque seguro que no pierdes nada significativo. Aprovechando las pausas para anuncios de la peli te vas al canal de OT y compruebas que todo sigue igual y que puedes emigrar de nuevo.
Lástima por algunas voces que sí son buenas y algunos jóvenes cargados de ilusiones. Caso de la jovencísima Silvia, por ejemplo.
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